En un momento en que los medios de comunicación nos recuerdan constantemente los riesgos para la salud, no pensaría que 100 millones de estadounidenses podrían estar caminando sin saber que tienen una enfermedad potencialmente grave. Y, sin embargo, ese es exactamente el caso con respecto a la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Muchos de nosotros ni siquiera hemos oído hablar de esta afección, pero los expertos estiman que podría afectar a casi un tercio de la población de EE. UU.
La incidencia de la enfermedad del hígado graso no alcohólico es paralela a la del aumento de la obesidad. Durante los últimos treinta años, el número de estadounidenses que luchan contra la obesidad ha aumentado del 23 por ciento al 42,5 por ciento. La falta de ejercicio, más el exceso de peso, pueden contribuir al desarrollo de la afección.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico comienza como una afección benigna asintomática. Afortunadamente, también puede seguir de esa forma para muchos de nosotros. A medida que la grasa comienza a acumularse en el hígado, el órgano comienza a liberar niveles de enzimas más altos de lo normal. En algunas personas, alrededor del 3 al 12 por ciento de la población general, desarrollarán esteatohepatitis no alcohólica. Esta forma de hepatitis puede provocar cicatrices en el hígado, cirrosis, insuficiencia hepática e incluso la necesidad de un trasplante de hígado. De hecho, la enfermedad del hígado graso no alcohólico es la razón más común para los trasplantes de hígado.
Todo eso suena un poco aterrador, pero tenga en cuenta que la enfermedad del hígado graso es completamente prevenible. Los médicos recomiendan los siguientes cuatro pasos para prevenir el desarrollo de la enfermedad del hígado graso:
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- Bajar de peso – reduzca su índice de masa corporal (IMC) por debajo de 40, o 35 si tiene diabetes.
- Evite los azúcares agregados – paradójicamente, el azúcar en los alimentos en realidad contribuye a la enfermedad del hígado graso más que la grasa. Preste mucha atención a evitar el jarabe de maíz.
- Haga ejercicio con regularidad: elija actividades que disfrute y concéntrese en moverse en lugar de contar calorías. El ejercicio es bueno para su estado de ánimo y combate la inflamación, por lo que no se trata solo de perder peso.
Y, por supuesto, debe discutir estos temas con su médico. La detección de la enfermedad del hígado graso es complicada y, en algunos casos, las pruebas en sí pueden ser riesgosas. Dado que una dieta saludable y el ejercicio son eficaces para evitar una larga lista de problemas de salud, puede ser una buena idea buscar un cambio de estilo de vida sin importar si ya ha desarrollado la enfermedad del hígado graso.